Pedro Sánchez vuelve a ser presidente del gobierno. Era evidente que si tras las elecciones del 23 de julio el PP no lograba la mayoría absoluta, el señor Sánchez iba a conseguir de nuevo gobernar con el apoyo de los partidos políticos que no quieren a España: Bildu, PNV, comunistas, e independentistas.

Pedro Sánchez no está cómodo con la derecha. Ya lo demostró en 2016 con su “no es no” al presidente Rajoy. Hasta tal punto que se repitieron las elecciones y el PSOE tuvo que echarle ya que sabía de lo que era capaz. Sin embargo, le subestimaron y permitieron que se presentara a las primarias del PSOE en 2017 donde consiguió el triunfo con más del 50% de los votos.

Lo mismo le ha sucedido a Feijóo en las últimas elecciones. Subestimó las ansías de poder sin límite y sin escrúpulos  de Sánchez  y el PP realizó una campaña desastrosa.

No se puede decir que vas a derogar el Sanchismo y a la vez pedirle su abstención si ganas. El debate televisivo entre ellos cuando Feijóo le entregó un papel con un acuerdo para que aceptara su petición de abstenerse fue incoherente. Si vas a eliminar al PSOE no tiene sentido pedirle que te apoye. Tal vez no sean muy listos el PSOE pero tontos no tienen ningún pelo.

No se puede creerse ganador por unas encuestas, confiarse y no ir al debate a cuatro donde se presentaron, PSOE, VOX y SUMAR.  Las encuestas no son Dios y muchas veces no aciertan. Fue un error no acudir a ese debate ya que quedó patente que el PP estaba incómodo compartiendo espacio con VOX dando la razón entonces a la izquierda de que VOX es peligroso para la democracia.

La izquierda no oculta sus apoyos. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se abrazan y se besan creando una atmósfera de cordialidad entre ellos. En cambio, el PP con VOX ni agua. Están incómodos. No digo que se besen en la boca pero si que transmitan la idea de armonía y bien común por España.

El PSOE esperó a las elecciones del 23J para realizar los acuerdos autonómicos. Sin embargo, no solo el PP no hizo lo mismo sino que inmediatamente después de las elecciones autonómicas intentó los acuerdos con VOX quedando patente su rechazo a dicha formación. No hubo una orden desde Génova por parte d Feijóo para que los acuerdos autonómicos se hicieran después del 23J o si eran antes, se hicieran rápido y cordialmente. María Guardiola del PP de Extremadura atacó duramente a VOX argumentando lo mismo que las izquierdas. El presidente de Murcia no quería saber nada del partido de Abascal. En Aragón también hubo muchas dificultades. Así, muchos votantes pensaron que si ni el PP quiere a VOX la izquierda tiene razón y es mejor entonces no votarles. Sobre todo mujeres que sintieron que era mejor votar a la izquierda ya que el PP con VOX  significaba menos derechos. Se creyeron el mantra del PSOE de que VOX es una amenaza para las mujeres, para los inmigrantes y para la democracia.

¿Realmente quiso el PP gobernar? Más el 80% de lo que se vota en Europa coinciden el PSOE y el PP. Ambos partidos veneran la llamada agenda 2030.

Si a pesar de la grave crisis económica, de los años de la Covid.19, de los desastres naturales, de la inflación, etc., el PP no ha conseguido arrebatar el poder nacional al PSOE, el futuro no es muy esperanzador.

Mientras el PP no asuma que para llegar al gobierno necesita a VOX y es necesario entonces normalizar su relación como hace la izquierda con los apoyos políticos independentistas y partidos vascos,  será casi misión imposible.

Mientras el PP no asuma que para llegar al gobierno es necesario no subestimar a Pedro Sánchez que es capaz de todo por quedarse en La Moncloa y  dejar  la moderación para sustituirla por determinación y contundencia  contra los ataques socialistas, será casi misión imposible.

Ahora el PP tiene la mayoría en El Senado y en casi todas las autonomías, un gran poder que debe usar para enfrentarse sin paliativos a la izquierda. Si no es así y continúa con la moderación, el PSOE seguirá en el poder.