Fuente:fuente
La coca es un arbusto (Erythroxylon coca) que crece en los Andes, principalmente en Perú y en Bolivia. De él se extrae el clorhidrato de cocaína, alcaloide muy fuerte y muy tóxico.
La cola crece en África tropical, en el oeste del continente. Las nueces de cola contienen también alcaloides muy virulentos: cafeína, teobromina, xantina y taninos.
El consumo de la coca y la cola provocan los síntomas característicos de la ingestión de alcaloides: palpitaciones cardiacas que pueden transformarse en taquicardia, reducción de las facultades digestivas, que crean flatulencias intestinales, acidez de estómago, estreñimiento, etc., y desequilibro del sistema nervioso (problemas de equilibrio, deficiencias sensoriales, delirio, alucinaciones, etc.).
La coca y la cola han sido asociadas por una multinacional americana sin escrúpulos para fabricar un brebaje muy tóxico mundialmente conocido como coca-cola. Además de contener estos venenos, este brebaje contiene unos 0,350 gramos por litro de ácido fosfórico (no metabolizable y que nos priva de nuestras reservas alcalinas de minerales y vitaminas). Su contenido en cafeína, 180 gramos por litro, supera el del café ordinario que tiene entre 100 a 120 miligramos. También contiene cantidades importantes de azúcar refinada que sobrecarga al hígado y al páncreas (diabetes), nos desmineraliza, descalcifica y aumenta nuestras grasas (enfermedades cardiovasculares, obesidad).
Esta multinacional a través de años y años publicitándose en todos los rincones del planeta ha conseguido que su brebaje sea la tercera bebida más consumida en todo el mundo detrás del agua y el café. Cada día este veneno es consumido 900 millones de veces. Su objetivo es lograr que la coca-cola sea la bebida más consumida del planeta, por encima incluso del agua. Su ambición y avaricia no tiene límites.
La fabricación y distribución de este brebaje supone un gasto inmenso de recursos. Se consumen cantidades enormes de energía contaminando los ecosistemas y contribuyendo a la emisión de millones de toneladas de Dióxido de Carbono y por tanto, al efecto invernadero. Millones de hectáreas se destinan a cultivar la coca y la cola perdiéndose valiosos terrenos que podrían destinarse para plantar cosechas de verduras y frutas; y aniquilando especies de fauna y flora autóctonas.
Y si esto fuera poco, ahora que estamos en plenas fiestas navideñas y millones de personas festejan el día de Santa Claus haciendo regalos y obsequios, sería interesante que conocieran lo siguiente. El Santa Claus actual fue inventado por la multinacional coca-cola. En la Navidad de 1930, tuvo lugar una campaña publicitaria de esta empresa. Como cartel de su campaña navideña, la empresa publicó una imagen de Santa Claus escuchando peticiones de niños en un centro comercial. Aunque la campaña tuvo éxito, los dirigentes de la empresa pidieron al pintor de Chicago Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast. El artista, que tomó como primer modelo a un vendedor jubilado llamado Lou Prentice, hizo que perdiera su aspecto de gnomo y ganase en realismo. Santa Claus se hizo más alto, grueso, de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables, y vestido de color rojo con ribetes blancos, que eran los colores oficiales de Coca-Cola. El personaje estrenó su nueva imagen, con gran éxito, en la campaña de Coca-Cola de 1931, y el pintor siguió haciendo retoques en los años siguientes. Muy pronto se incorporó a sí mismo como modelo del personaje, y a sus hijos y nietos como modelos de los niños que aparecían en los cuadros y postales. Los dibujos y cuadros que Sundblom pintó entre 1931 y 1966 fueron reproducidos en todas las campañas navideñas que Coca-Cola realizó en el mundo, y tras la muerte del pintor en 1976, su obra ha seguido difundiéndose constantemente. (http://www.radioestrelladelmar.com/temas/navidad/santa_claus.htm)
Teniendo en cuenta que este brebaje es un veneno y sus consecuencias negativas para nuestra salud y la del planeta, celebrar el día de Santa Claus no es muy solidario y amoroso. Es un veneno oficial, consentido por los gobiernos del mundo. Lo sensato sería no beberlo y dejar en el baúl de los recuerdos o mejor dicho, ¡de nuestras pesadillas!, el invento de Santa Claus, ¡nuestra salud y la del planeta nos lo agradecerán!
El autor de este artículo es escritor, Experto en las Ciencias de Nutrición y las Ciencias de la Salud, asesor higienista de la salud,
fundador del portal RedAlternativa.com y la editorial-centro Higea