Artículo sobre PARTO NATURAL Y EMBARAZO: Testimonio Parto Natural por Nuria Aragón Castro
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Guía sobre
EL PARTO NATURAL y EMBARAZO
ARTÍCULOS
El embarazo y el parto son funciones biológicas de las mujeres
cuyo proceso y culminación puede realizarse de forma natural
sin el estrés y la artificialidad de la medicina
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Testimonio de Parto Natural
por Nuria Aragón Castro

Nuria aragón dando a luz a uno de sus hijos
Cuando le comenté a mi pareja que quería parir en casa, éste prácticamente se echó las manos a la cabeza. Recuerdo que, además, ese día se celebraba el bautizo de un sobrino suyo y, cuando en la comida les expuse mi tajante decisión, todos me devoraron. ¡Menos mal que suelo ser una persona bastante segura y lo tenía muy claro!, si no, ante tal avalancha de frases, me hubiese "echado para atrás" con posible facilidad. Frases que ahora, tras llevar cuatro años y medio informándome sobre el asunto, considero utópicas..... Frases que oyes una y otra vez, siempre las mismas o parecidas, tajantes, críticas, sensacionalistas, castrantes... Frases de todo tipo, menos curiosas por saber, conocer la circunstancia, el sentimiento y el porqué. ¡Cuántas veces volvía a casa angustiada por el avasallamiento de amigos, familia, vecinos e, incluso, desconocidos! -vivo en un pueblo de 500 habitantes-. Unas veces por decidir parir de forma natural en casa, otras por tener gatos y perros en el embarazo, otras por ser vegetariana con tendencias frugívoras, otras por dar de mamar tanto tiempo a mi hija la mayor primero y luego a ella y a Altair, o a Leila estando embarazada del segundo, otras por no vacunar... pero todas con un mismo fondo: la irresponsabilidad con "toques" de culpabilidad. ¡Y la mayoría de la gente no sabía nada sobre parto natural, lactancia materna o vacunas!. Sí, si no estás muy segura, es difícil sentir el apoyo y la complicidad de la gente cuando no te identificas con la masa, y, más aún, cuando es un mundo nuevo para tí como para mí fue todo lo que conlleva la maternidad. Ahora me resulta mucho más fácil pues conozco a muchísima gente que siente como yo. Se encuentran por todos los sitios, tan sólo hay que destapar sus escondites pues, tras el continuo acoso, deciden la senda del silencio e individualismo en su gran parte.

El parir de forma natural no es un acto provocado por uno u otro hecho, es un acto más de una filosofía de vida. Curiosamente, la mayoría de la gente que pare de modo natural, educa a sus hijos de una forma parecida, les alimenta de modo similar y tienen hábitos de vida parejos. Es un gran y amplio abanico de aspectos el que te impulsa a decidirte por el parto natural.

Yo tuve dos grandes suertes: -Una fue el conocer por casualidad unos tres años antes a gente que había parido con "Génesis"-parto natural en Madrid- y estaban hablando de sus experiencias a otras parejas embarazadas. Me resultó sumamente bello el testimonio de un hombre, así como especial su hijo.

Otra fué el que mi pareja, a pesar de ese primer no tajante, estuvo abierto a acompañarme a Génesis, por lo menos, para conocer algo sobre el parto natural. A él no le gustan los hospitales ni el intervencionismo, pero lo de parir en casa se lo debió de suponer como parir en el baño o en un cuarto oscuro, sucio de sangre por todas partes y con la impotencia y gran sentimiento de responsabilidad ante un niño en sus brazos, enganchado por un cordón umbilical a una madre desvaída y desangrándose entre dolores y quizás con una infección añadida. ¡No me extraña que se asustase ante la idea!. El parir de forma natural (en mi caso, en casa, Leila en una habitación y Altair en la bañera), es mucho más intenso, bello, gratificante y responsable que todo eso. El parto es un día más del embarazo, un día muy bonito y pleno. No se produce ninguna ruptura que pueda provocarte ansiedad o tensión con facilidad lo cual facilita enormemente el parto, relajando los músculos, potenciando la seguridad en una misma y ayudando a los pensamientos positivos. Los partos suelen ser más cortos y mucho más llevaderos. En mi caso concreto, fueron muy bellos, durando el periodo consciente de dichos entre cuatro y cinco horas. Con el segundo parto (verano), a las pocas horas nos fuimos los cuatro a dar un paseo. El padre pudo vivir y compartir todo intensamente y apenas sentí diferencia entre el parto en una habitación y el parto en el agua; creo que esto es debido a que en ambos parí en el lugar y con la postura que sentí en ese momento. Una vez que me hube ubicado e introducido en mi misma, las contracciones las sentía de modo similar a cuando se te encoge el estómago porque vas a tener diarrea, con dos grandes ventajas: la primera es que en un parto se produce de modo intermitente pudiéndote relajar y descansar entre medias y la segunda es el que tiene un fin muy bello: el nacimiento de un nuevo y muy querido ser. En estos partos suele haber menor muerte neuronal del bebé debido a que el posible estrese se reduce considerablemente.

Ahora me gustaría comentar el proceso de mi primer parto pues es el que considero más problemático para ojos ajenos al parto natural:

Tras decidir parir en casa, a los cuatro meses me puse en contacto con la asociación de matronas Génesis. Pasamos una entrevista en la que tratamos precios, modos de actuar, lo que esperamos unos de otros, etc... y comenzamos a ir los dos a una preparación al parto semanal en la que primero asistíamos a una sesión física en la que se realizaban diversas relajaciones y posturas optativas tanto para la futura madre como para el futuro padre, ayudándote a introducirte en ti misma, seguido de un amplio y bello rato de comunicación interna de la madre con el padre y el bebé, con bases haptonómicas, luego otra teórico-psicológica para conocer todo el proceso del embarazo y parto natural, así como de lactancia, cuidados del recién nacido y conflictos de pareja e individuales, para acabar con un momento dedicado a las dudas e inquietudes.

Yo me leía todo lo que veía sobre partos, lactancia, embarazo, parto sin dolor... para racionalizar, relajarme y confiar.

En estos cinco meses de preparación especial, se empezó a entablar una relación afectiva y comunicativa con las matronas y sus familias. Periódicamente nos veíamos para observar el seguimiento del embarazo y para cogernos confianza mutua. Vinieron a mi casa y nosotros fuimos a la suya.

Por otro lado, hicimos cinco sesiones de haptonomía para aprender a comunicarnos con el bebé. (En el segundo embarazo, siete meses después, no hice ninguna preparación, sólo seguí leyendo y conociéndome).

Estando de site meses, ambas partes nos comprometimos por contrato escrito dándonos el "visto bueno" mutuo (no se admite este tipo de parto a todo el mundo, hay un estudio físico y psíquico personal para cada familia-embarazada), las matronas dejaron en casa un maletín con todo lo necesario para el día crucial y las expuse lo que esperaba de ellas: intimidad, silencio, tranquilidad y que evitasen intervenir. Quería que todo se desarrollase entre mi pareja y yo, y la matrona simplemente estuviese ahí en el último momento con el fin de que su presencia me diese confianza en mí misma y por si los nervios no permitían la fluidez natural.

A las seis de la mañana me desperté con un chasquido entre las piernas (como puede ser el de una rodilla pero notando claramente que no era un hueso o una articulación). Tras plantearme que podía haber roto aguas, fuí al baño, oriné y me limpié sin conseguir aclararme. No sabía si lo que me limpiaba era semen del coito de la noche anterior o líquido amniótico, pues el color, la textura y cantidad eran similares (al haber pasado la noche, el semen no podía seguir coagulado)- en el segundo parto, rompí aguas dos contracciones antes de nacer Altair-. Fuí a la cama y empecé a controlar las contracciones con el reloj. Seguía sin saber si estaba de parto. Cuando desperté a mi pareja para decírselo, ambos nos echamos a reír ¡tanta preparación al parto, tanta lectura y ahora no sabíamos nada!. Era todo tan diferente a lo que esperábamos. Esperaba una rotura de aguas escandalosa, manchando todo el suelo, contracciones irregulares (las mías eran cada siete minutos) y sobre todo insoportables, de retorcerte. A mí me molestaban, sí, pero me parecían muy llevaderas. Mi ser me decía que estaba de parto y, aunque el intelecto apostaba por el no decidimos llamar a la matrona (a tontas y a bobas, entre contracción y contracción, duda y duda, habían pasado dos horas). Le dijimos que estábamos de parto y que tranquilamente fuese "apañando" a sus hijos. Ya la llamaríamos mas adelante. Seguidamente hubo un periodo difícil. No encontraba mi postura y por tanto no conseguía centrarme en mí, sintiendo mucho frío y bastante dolor en las contracciones. Recuerdo queme pusiese como me pusiese, no me valía, así como que iba de habitación en habitación, con tropecientas mantas encima, y Juan Carlos detrás con los radiadores eléctricos. Yo tenía pensado parir en la bañera y de una determinada postura. Cuando al fin pude apartar de mimente lo que tenía pensado y centrarme en lo que sentía-quería en ese momento, me ubiqué en un rincón del dormitorio de rodillas o en la posición del niño(yoga) con los brazos hacia delante, en el suelo, sobre una manta y bajo otras dos, con dos radiadores encendidos (el padre, el pobre se asaba de calor). Siempre estaba agarrando la mano de Juan Carlos y valoraba inmensamente su silencio gracias al cual podía concentrarme. Los gatos y perros, curiosamente, se salieron solos de la habitación y quedaron en la puerta. Me comunicaba mentalmente con mi hija en cada momento, guiándola hacia la luz y dándola ánimos o diciéndola que parase un momento para descansar y, sistemáticamente, se paralizaban las contracciones (para continuar cuando la comunicaba que ya volvía a sentirme fuerte). Visualizaba como una pelota de tenis que bajaba y subía dentro de mí, yendo hacia el coxis. Permití que mi respiración fluyera. Las contracciones se volvieron completamente llevaderas (en esos momentos estiraba el cuerpo y apretaba la mano de Juan Carlos, cerrando los ojos) y el parto se aceleró. Ya no sentía tanto frío. Cuando creímos conveniente, mi pareja llamó a la matrona pidiéndola que viniese (ella ya estaba de camino) y abrimos ligeramente la puerta para que su llegada no alterase el momento. Cuando hubo llegado, se descalzó para no hacer ruido, cogió sus artilugios del salón, subió, entro en la habitación, hizo un gesto al padre para saber si todo iba bien, se sentó en un extremo del cuarto y se dispuso a esterilizar sus aparatos.

Defequé un par de veces, y entre la matrona y el padre, repusieron la toalla sucia situada sobre la manta, debajo de mí.

27600 bytes Nuria junto a su pareja Juan Carlos, en el parto de Leila
Nuria junto a su pareja Juan Carlos,
en el parto de Leila

Seguidamente, Anabel vino a mí, me dijo que lo estaba haciendo muy bien, que me abriese como una flor. La niña tenía una vuelta de cordón al cuello y al brazo, otra a la pierna, más un nudo en dicho cordón, por lo que el expulsivo propiamente dicho duró hora veinte minutos en vez de diez-treinta como en la mayoría de los partos. Leila asomaba la frente para introducirla después una y otra vez. Escuchábamos con constancia la frecuencia cardíaca del bebé y, continuamente, tras comentar que el bebé estaba bien, Anabel preguntaba por mis fuerzas (que eran bastantes pues conseguí meterme en mí misma). Como había veinticinco minutos en coche al hospital más cercano, a partir de cierta frecuencia cardíaca, nos hubiésemos ido a que saliese con fórceps, para evitar el sufrimiento fetal.

La niña nació, la matrona la "desenroscó" mientras yo la cogía y, Juan Carlos, sentado tras de mí, con sus piernas en mi derredor, nos abrazó. Leila no lloró, únicamente gimió, miró y me sonrió. Estaba completamente limpia, llena de lanugo, una grasa blanca que no limpiamos para que luego la reabsorbiese su cuerpo. Enseguida se puso a mamar. Cuando el cordón umbilical dejó de latir, Juan Carlos lo cortó y nos quedamos así, disfrutando del momento. La matrona nos hizo fotos (yo quería fotos del parto y ni me acordé, a parte de preferir que Juan Carlos tuviese su mano a mi disposición plena). Más tarde, tras hacer el test de Apgar sin quitarnos a la niña, nos dejó solos. No se la inyectó vitamina K pues al estar en todo momento con nosotros, no había problemas de desangre pues en caso de ocurrir algo, nos daríamos cuenta enseguida y, por supuesto, llegaríamos al hospital antes de 24 horas desde el inicio, tiempo suficiente para inyectarla la vitamina y parar la hemorragia. No se pesó hasta pasada una semana (los bebés, tras una primera bajada de peso, vuelven a coger el mismo que al nacer a la semana) y con una pesa cálida, sin que la niña llorase. Sólo la dábamos pecho, nada de agua ni infusión ni otra cosa, no la bañamos hasta pasados unos cuantos días y, por supuesto, no la vacunamos de nada, tan sólo la abrazábamos y amábamos. La prueba del talón, si quieres hacérsela, se la puedes hacer a los 7-10 días.

Anabel apareció con comida, de la que disfrutamos como en una fiesta íntima y especial.

No me desgarré apenas, únicamente tenía dentro de la vagina tres cortes de piel de aproximadamente medio-un centímetro, como los que te puedes hacer en un labio de la boca. Sabía de su existencia porque Anabel me lo dijo; no me escocían ni me molestaban, tampoco al orinar. A los dos o tres días ya se habían cerrado.

Mi segundo parto fue en la bañera de casa y también me resultó especialmente bello; en él, Leila estuvo presente y, a pesar de que tenía 16 meses, aún se acuerda de él. Espero que la ayude a confiar en ella misma y en la vida en caso de decidirse algún día por tener un hijo.

Leila no es celosa, quitando algún contado día ñoño. Siguió todo el proceso de su hermano y yo no me aparté de ella en todo momento. Antes del mes, yase habían repartido los pechos, cada uno, uno y ahora poseen una gran complicidad y compañerismo mutuo.

Al día siguiente del parto, vinieron las matronas a verme a casa, así como a los tres días y a la semana. También, durante un año, podía ir a reuniones postparto con otras familias.

Aunque hay diferentes formas de pago, así como tarifas, una preparación al parto natural (desde que sabes que estás embarazada hasta el final si quieres), una asistencia al parto y un año de sesiones postparto suele costar alrededor de las 150.000 ptas. No son 150.000 ptas. Por unas horas de parto, sino por una sobredosis de confianza en tí y en la naturaleza, por nueve meses de atenciones más un año de dudas, así como, seguramente, el comienzo de una amistad con las matronas.

El parto natural no me lo planteo como que hay una sola verdad o que es mejor parir de un modo o de otro pues según lo que leas o a quien oigas, apoyan una teoría u otra, tanto profesionales como profanos en la materia. Tan sólo me planteo qué es aquello que siento, con qué me identifico, qué me ayuda a estar a gusto; tanto por no haber experimentación animal, contaminación medioambiental e intereses económicos, como por placer personal; por tanto, el mejor modo de que yo de a luz y ayude a mis hijos en el proceso. Con este artículo, lo que pretendo es ayudar a otras personas temerosas o inexpertas que sienten como yo; decirles que el parto natural es otra alternativa más y muy válida, que es muy bello y satisfactorio, con muchos beneficios; decirles que son capaces de parir perfectamente y que les deseo un embarazo, parto y crianza maravillosos.

Fuente: Este artículo ha sido publicado con permiso de su autora Nuria Aragón Castro diciembre de 1999. Para contactar con ella escribe una carta a c/ Cuesta Pedramala Buzón 44. 03720 Benissa- Alicante (Spain) o accediendo a mi página web: www.nuriaaragoncastro.com




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