¡Qué extraño! Parecía
encontrarme sola, en aquel lugar de la
montaña donde a veces acudo a
meditar, cuando de repente, creí
oír algo parecido a un lamento o
gemido.
Me levanté despacio y de
puntillas, como quien no se atreve a
molestar, intentando huir de lo
que parecía una alucinación. Pero
aquella especie de canto lastimero
fue subiendo de tono hasta
invadir las montañas y bosques
de los alrededores.
-¡Basta! ¨¿Quién llora de esa
forma?¿Puedo hacer algo? -
Grité a los cuatro vientos.
- Somos tus hermanos los
PINOS y acudimos a ti que nos
sientes y puedes comprendernos
para que, desde ese
homenaje que estás haciendo
a los árboles, transmitas
también la tristeza, el pánico y
terror que sentimos con la
cercanía de las Navidades.
Pronto, muchos de nosotros seremos
masacrados para exhibir después nuestra
lenta agonía, disfrazada con bolas
multicolores, serpentinas y angelitos.
¿No saben que al arrebatarnos la vida,
están atentando contra ellos mismos,
puesto que todos somos UNO?. Pídeles,
por favor, que no lo hagan esta vez y
velaremos por ellos.
Poco a poco, el aterrador llanto fue
dando paso a un profundo e inmenso
suspiro de alivio y una suave brisa de
agradecimiento, al pensar que su mensaje
os sería transmitido y serviría para
algo.
Yo me pregunto ¿Cómo se puede
sacrificar a estos seres que hacen posible la
vida en el planeta, que embellecen los
montes y nos regalan su aroma puro y
fresco?.
Os aseguro que podemos seguir siendo
fieles a nuestras costumbres o culturas,
eligiendo este año (los que no lo hayan
hecho aún) abetos artificiales. Hay en el
mercado imitaciones perfectas; esto es
mucho más limpio, ecológico e igualmente
decorativo.
Con la hermosa esperanza de que estas líneas sirvan para
salvar, al menos una
vida, os doy las gracias en nombre de
todos los PINOS del Mundo y, desde el
corazón, os deseo a todos ¡¡¡FELIZ NAVIDAD !!!
FUENTE: La Revistilla, núm. 9, Nov-Dic 1996., pág.50