« La disfunción eréctil» socialmente como impotencia se define como la incapacidad para conseguir y mantener una erección del pene que permita una relación sexual satisfactoria. En el proceso eréctil contribuyen hormonas neurotransmisoras y sustancia liberadas desde el músculo liso del tejido peneano.
Se ha identificado recientemente el mediador principal oxido nítrico liberador de las terminaciones nerviosas y del endotelio vascular. Hemos asistido al nacimiento de una bomba química, el Viagra (Citrato desildenafilo), el fármaco que al ser tomado una hora antes de la relación sexual aumenta el flujo de sangre a través de una serie de interacciones químicas, facilita que se produzca la erección. Los inconvenientes que presenta son sus efectos secundarios; dolor de cabeza, problemas digestivos, enrojecimiento facial...
Para los casos en los que la pérdida de erección esté originada por el miedo al fracaso, la ansiedad...es necesario utilizar terapias que ayuden al hombre sociológicamente tales como el reiki, meditación, fitoterapia, hay en el mercado productos naturales que trabajan con sustancia sin contraindicaciones como el asparto de arginina precursor del oxido nitrico que actúa como neurotransmisor de los nervios eferentes autónomos de los cuerpos cavernosos, aumentando la rigidez y la duración de la erección.
La disfunción eréctil puede aparecer en hombre tras gozar una buena erección durante años un buen día por una u otra causa sufren un bloqueo que les lleva a la impotencia.
Esto sucede cuando:
- Tiene miedo al rechazo.
- Cree que no va a dar «la talla».
- Existe miedo a enfermedades o a dejar la mujer embarazada.
- Vive la sexualidad con sentimiento de culpa.
- Tiene depresión o estrés.
- Piensa que puede aparecer un nuevo episodio de impotencia.
La obsesión por el coito es el primer paso hacia la disfunción eréctil. Aconsejo aumentar el repertorio de técnicas sexuales; masaje, caricias, besos, mordiscos...
Cabe preguntarse ¿Qué intereses existen en conducir al varón a la pulsión copulatoria?
Las hembras no necesitamos sentirnos penetradas, muestra de esto es que la gran mayoría de feminas alcanzan el orgasmo acariciando el clítoris u otras zonas del cuerpo.
Las relaciones sexuales en el 2.000 deberían acercarse al sexo sagrado, a conductas relajadas, a placer por todo el cuerpo. Los fármacos, las prótesis, la pornografía, nos lleva a una conducta frenética a la potencia genital. No nos dejemos engañar, siglos de dominación masculina mostraban que el falo era el órgano principal y la vagina el receptáculo. Permitamos que sean recuerdos del pasado, viviendo el sexo de forma tranquila sintiendo su espiritualidad, para ello no es necesario disfrutar de una potente erección.
Ejercicios:
- Retención de orina; Se deja salir
un poco de orina y se para, mientras que se imagina que retrocede a la vejiga, contrayendo fuertemente el ano. Este paso debe repetirse hasta que se acabe la micción.
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Concentración en contraer el pene varias veces con los ojos cerrados. Si se hace con el pene erecto, éste se acercará al cuerpo. A la misma vez, imaginar los testículos y sentir como se mueven a voluntad, con la práctica se conseguirá contraer y relajar el cremaster, músculo suspensor de los testículos.
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Una buena técnica es hacer círculo con los dedos índice y pulgar formando un anillo alrededor del pene y presionar suavemente para impulsar la sangre hacia el glande.
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Lo más importante es no limitar la sexualidad al coito, intercambiar energía a través de los ojos, las manos, la lengua.
- Cuanto más nos alejemos de la conducta coitocéntrica, más nos acercaremos a la sexualidad espiritual. Al disolver el ego utilizando la meditación a solas o en pareja renace una nueva forma de sentir el sexo. Es en ese momento cuando el hombre dejará de preocuparse por el tamaño, o la erección del falo...